viernes, 27 de abril de 2012

Algunos criterios para saber cuál es nuestra vocación.


Podemos ser cualquier cosa: medico, abogado, contador, casarnos o quedarnos solteros. Sin embargo, no todo lo que podemos ser nos trae felicidad. La vocación está muy relacionada a la felicidad, tiene que ver con algo que te llena interiormente, que te produce gozo. La vocación se manifiesta como un deseo, como algo que nos inquieta, como una voz interior que nos llama a ser o a realizar algo; por eso se le llama también “llamado”.  ¿A qué te esté llamando Dios?, ¿cuál es tu vocación? 
¿Cómo yo sé que estoy en el camino correcto, es decir, que Dios me está  llamando a esto o a lo otro?. Cuando me siento feliz y contento con lo que hago, cuando es algo que me brota del interior, cuando experimento un gozo en mi alma al realizar eso.
 A veces el criterio que usamos para decidirnos por un proyecto de vida, es el material: queremos ser aquello que nos produzca más dinero y bienestar material, independientemente si nos sentimos feliz realizando eso. No debemos confundir la felicidad con el placer. Hay muchas cosas que nos producen placer pero no felicidad. El placer tiene que ver con la satisfacción de los sentidos. Uno experimenta  placer cuanto toca o le tocan determinadas cosas, cuando ve ciertas cosas, cuando huele ciertas cosas, etc.
Tampoco se puede confundir la felicidad con la ausencia de dolor y sufrimiento, La felicidad tiene que ver con el amor y con un gozo interior que se puede experimentar aún en el dolor, y que sobrepasa los sentidos. 
La vocación es siempre un regalo de Dios, es algo que se te da gratuitamente, sin embargo tú tiene la tarea de descubrirla y realizarla siempre contando con Dios, y en relación con las demás personas.  Es Dios quien te llama, quien te dice: VEN, SIGUEME…,  pero eres tú quien responde. Por tanto, la vocación implica siempre una decisión libre y una respuesta personal al llamado que Dios nos hace. 
La realización de  una vocación, finalidad, misión o proyecto, cualquiera que sea: el matrimonio, el quedarse soltero, el hacerse abogado, el sacerdocio, etc; siempre tiene sus requerimientos que implican sacrificios; pero que cuando lo hacemos con amor y seguros de que  a eso es que Dios nos llama, entonces nos produce gozo y felicidad y se llena nuestro vacío interior.  

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