Podemos ser
cualquier cosa: medico, abogado, contador, casarnos o quedarnos solteros. Sin
embargo, no todo lo que podemos ser nos trae felicidad. La vocación está muy
relacionada a la felicidad, tiene que ver con algo que te llena interiormente,
que te produce gozo. La vocación se manifiesta como un deseo, como algo que nos
inquieta, como una voz interior que nos llama a ser o a realizar algo; por eso
se le llama también “llamado”. ¿A qué te esté llamando Dios?, ¿cuál es tu
vocación?
¿Cómo yo sé que estoy en el camino correcto,
es decir, que Dios me está llamando a
esto o a lo otro?. Cuando me siento feliz y contento con lo que hago,
cuando es algo que me brota del interior, cuando experimento un gozo en mi alma
al realizar eso.
A veces el criterio que usamos para
decidirnos por un proyecto de vida, es el material: queremos ser aquello que
nos produzca más dinero y bienestar material, independientemente si nos
sentimos feliz realizando eso. No debemos confundir la felicidad con el placer.
Hay muchas cosas que nos producen placer pero no felicidad. El placer tiene que
ver con la satisfacción de los sentidos. Uno experimenta placer cuanto toca o le tocan determinadas
cosas, cuando ve ciertas cosas, cuando huele ciertas cosas, etc.
Tampoco se puede
confundir la felicidad con la ausencia de dolor y sufrimiento, La felicidad
tiene que ver con el amor y con un gozo interior que se puede experimentar aún
en el dolor, y que sobrepasa los sentidos.
La vocación es
siempre un regalo de Dios, es algo que se te da gratuitamente, sin embargo tú tiene
la tarea de descubrirla y realizarla siempre contando con Dios, y en relación
con las demás personas. Es Dios quien te
llama, quien te dice: VEN, SIGUEME…, pero eres tú quien responde. Por tanto, la vocación
implica siempre una decisión libre y una respuesta personal al llamado que Dios
nos hace.
La realización
de una vocación, finalidad, misión o
proyecto, cualquiera que sea: el matrimonio, el quedarse soltero, el hacerse
abogado, el sacerdocio, etc; siempre tiene sus requerimientos que implican sacrificios;
pero que cuando lo hacemos con amor y seguros de que a eso es que Dios nos llama, entonces nos
produce gozo y felicidad y se llena nuestro vacío interior.
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